Mi querida sobrina nació el día 1 de noviembre, a las tres de la tarde. Tanto la madre como la niña están bien y felices de verse las caras.
Vamos a conocerla el domingo que viene, cuando estén tranquilos e instalados en casa. Ni a mi querida esposa ni a mí nos gusta ir a dar la lata al hospital.
Así que se ha cumplido una de las fechas límites que me daba yo, en mi fuero interno, para tener a Número 3 en casa.
Secretamente he tenido una especie de carrera con mi cuñada, a ver quién veía a du hijo/a antes.
Ha ganado ella.
La gente me dice que llame a Meniños.
Y yo quiero llamar.
Pero tampoco quiero dar la lata.
En relalidad, es una cuestión de fé. Es decir, ¿creo que la gente de Meniños hace bien su trabajo? ¿Creo que no nos van a discriminar por ser lesbianas? ¿Creo que en cuanto tengan un niño o una niña que se ajuste a nuestra familia nos van a llamar?
Porque si creo todas estas cosas, entonces no hay motivo para llamar. Pero si dudo en alguna, debo llamar y realizar algún tipo de seguimiento para saber qué está pasando.
Ojalá las cosas fueran tan fáciles y nos pudieramos guiar por la lógica.
En realidad sí creo todas estas cosas.
Pero, aún así, me muero por llamar.
Esperar es muy difícil.
martes, 4 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Yo que tú llamaba... por saber algo!
Igual paciencia... y confía!
He llamado. En cuanto tenga un momento os cuento.
Arce
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