
Tardé en dar con la persona que lleva nuestro expediente. Estuve llamando varios días, varias veces al día y me preocupaba quedar como una pesada.
Pero cuando por fin pude hablar con ella, resultó ser la encantadora chica que ya conocía. Me dedicó un buen rato, hablandome con respeto y cariño, escuchando mis dudas y mis neuras. Incluso me agradeció que hubiera llamado.
Me dijo que no se olvidan de nosotras y que nos han considerado para varios casos, pero no nos han elegido, por lo que ahora estamos "número uno en la lista"
Cuándo le pregunté porqué no nos habían elegido, me dijo que era por que habíamos dicho que no queríamos incertidumbre en el diagnóstico y el pronóstico y que los casos que habían considerado tenían incertidumbres. Le dije que debía referirse a bebés o recién nacidos y ella me dijo que no, que eran niños de entre dos y tres años. Yo le dije que tanto mi querida esposa como yo pensamos que a los dos o tres años ya se sabe lo suficiente como para reducir la incertidumbre a un nivel que nosotras podemos aceptar. Está claro que los médicos no se mojan, pero a los dos años ya se sabe si un niño va a comer con la boca o va a necesitar un tubo.
No quiero decir que comer con un tubo sea malo, sino que es el tipo de cosa que no incluimos en nuestro ofrecimiento.
En fin, que le pedí que la próxima vez sí nos ofrezcan casos con un poco de incertidumbre. Ella me dijo que en verano no han hecho ningún casamiento y que en la próxima reunión hablaría de nosotras con el resto del equipo.
Así que aquí estoy, con las esperanzas renovadas. En cualquier momento, esta vez sí, puede sonar el teléfono.
Ay, qué tendrá ese teléfono que me tiene loca.